1 de agosto de 2017

Brizna de hierba en la niebla,


yo sé donde el viejo loco
enterró su tesoro,

hay campos cultivados,
aunque jamás lo tocaré,

hay un camino que va
y otro que viene,

pero no son el mismo,
hay árboles, pinos, robles,

acechan los cuervos la tarde,
eucaliptos, laureles,

hay un puentecillo de piedra
y otro de madera donde

el río se une al río
que va, pasa, y nunca vuelve,

el mirlo mide las sombras,
los líquenes duermen la piedra,

umbría y humedad, libélulas
y algún martín pescador,

yo soy una brizna bajo la niebla
—la niebla me alimenta y me devora—,

no sé por qué el viejo loco
escondió aquí su tesoro.
.
ēgm. 2017