25 de noviembre de 2013

El trozo de gris


Lobo en el antro, araña en la grieta,
y yo piso con pies de fuego,
la zorra blanca embobada perdió
su nueva tarjeta de memoria,
crece, lunita, medra,

cuando los ordenadores
ya cabían encima de las mesas,
de aquellos puntos vienen estos píxeles,
¿quién tú eres?
ah, este es el revirihondo enigma,

los cormoranes en el muelle
corroboran la fluidez del océano,
vuelve a posarse el sol en la otra orilla,
el tiempo va sumergiéndose
en el vórtice de cada galaxia,

dicen gutti, tutti frutti,
desciende el río hacia la ría,
y caminábamos los dos y el perro
por el camino viejo de la sierra,
un lóbrego resplandor

contra las evanescentes estrellas,
acechan fresnos y abedules
de silenciosas ramas deshojadas,
tutti frutti, a-wop-bom-a-loo-mop,
el tiempo se extasía

en la inexactitud de las olas,
brota, entre un recuerdo nunca olvidado
y el deseo jamás concluido,
la baba de la zorra albar,
no todo bosque es frondoso

ni estéril todo desierto,
hay vientos sin nombre
y búhos, cuervos cautelosos,
la sonrisa, tímidamente obscena,
de una foto desencuadrada

y el dedo corazón alzado,
entonces un teléfono
ya no era un chisme en la punta de un cable,
olía a aliento de dragón,
ebrios tramperos en el bosque

resbalando sobre la nieve
rastrean bajo la puesta de sol
un gris preciso en el crepúsculo
que no late en ningún otro lugar,
a-wop-bom-a-loo-mop-a-lomp-bom-bom,

se abre la flor del baobab,
oh, en mis habitaciones polares,
el tiempo flota, el tiempo
vaga en la inexactitud de las olas,
la bestia aterradora en la cellisca,

aún en el son bailando voy
del agua fría
pensando en si me gustaría
no ser quien soy,
té y coñac en el albergue

donde los urogallos disecados
atestiguan que entonces la crueldad
era tan primitiva como siempre,
el alto sendero del puerto
y la profunda umbría misteriosa,

lobo rojo en la marisma,
bestia descorazonada,
arrepiéntete de ser como eres,
araña en la argaña, lobo en el pobo,
el señor de Gingiz huyó a Harar,

la brisa del verano
lleva hasta el otoño sobre las olas
inexactas del océano
fotones del final del universo,
pertenezco a la oscuridad y solo

la oscuridad me pertenece:
v = Hₒ D,
todo universo mengua
antes de llegar a medrar,
y no me reconozco en los cristales

ni en la birrefringencia de estos plásticos,
hoy es solo otro día extraño
en otro invierno sin tiempo,
quizá algún esquivo ruido en la niebla
y en las dudas de la luz,

gira el teleidoscopio del astrónomo,
pero en la jungla aún juega el jaguar
que no podrá nunca cambiar sus manchas
ni arrepentirse de tenerlas,
a-lomp-bom-bom, hey ho, hey ho,

el chamán monta a la serpiente cuántica,
entonces los caleidoscopios
tenían tanta magia como ahora,
milanos, huidizas cornejas,
se posa el sol,

rebrillan en la otra orilla
el fracaso y la viscosa derrota,
aquel viento sin brújula ni nombre,
con el agrio graznido
en el claro surgió el gris,

era enfermizo y pernicioso el juego,
circundando una montaña azulada,
el gris crepuscular buscado,
cazado en la trampa de la retina,
incierto futuro en tiempos cambiantes,

el cormorán no recuerda el verano,
al repuntar la marea
te contaré mi historia en la otra orilla,
alguna de esas cuestionables
experiencias que solo sabe el río,

de la saliva de la zorra
y la garganta del dragón,
arrepiéntete de ser lo que eres,
hijo de un viento desnortado,
hey ho, lets go, blitzkrieg bop,

el cormorán ignora
quién se bañaba desnuda en las rocas,
quedan las conchas
junto a las algas fluctuando en la orilla,
en la autodestrucción del superhéroe

resulta el mundo destruido también,
el faro extraviado
cuenta romances nuevos a la espuma,
blancos, lilas, añiles, y ese gris,
el gris fundente,

bajo la arena de la playa
se escurre el semen rechazado,
el gris licuante,
único del crepúsculo de invierno,
fijado finalmente en la memoria

sin píxeles ni negativo,
bébeme, trágame entero,
nebulosa luz de otro universo,
la brisa de otoño,
nacida en los vapores del verano,

ora a la diosa prostituta,
tutti frutti, oh Guti, tú
¿quién eres, cabeza de can?
yo no te reconozco en las baldosas
de los pasillos del tiempo,

la brisa de otoño anticipa
que el invierno no se olvida
de ejecutar su rito en el tablero,
¡oh, hey!, alfil de dama a rey,
Gorlois derrotó al señor de Gingiz,

roqueo al este y al oeste,
aquel trozo de océano será
todo mi legado a la humanidad,
noche cegada,
indeleble como un beso

bajo los pinares nevados,
y también entonces,
zorra blanca en tanga azul,
entonces las cámaras fotográficas
eran tan prescindibles como ahora.

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ēgm. 2013