22 de diciembre de 2011

Sangre y serrín


Algún ruido,
no parece que ahora llueva, algún ruido,
cerrada noche,
dios y humano, chamán y sacerdote
en el culto a la diosa prostituta,

todo está interconectado
en la realidad de los sueños,
entre la profundidad silenciosa
y el mundo de la superficie,
algún ruido,

hoy la novia va sin bragas
a la mesa electoral,
serrín y sangre,
el año pasado votó a los rubios,
este votará a los morenos,

el brujo dijo que no,
en la garganta un cuesco atravesado,
oh mi amigo,
le permite vislumbrar
la realidad de los sueños,

el oráculo lo ha revelado:
el futuro será mañana,
el pasado ya pasó,
pero muerde en el presente
con colmillo abrasador,

allá, lejos,
se oxida lentamente la razón,
ven, vomítame,
senderos como cicatrices
en la mano del hombre hueste,

algún ruido,
y después un silencio más oscuro
que la longitud de la luz,
sed,
creced, eyaculad y decreced,

con la puntualidad de la marea,
vomitad,
por el sur la luz comienza a cambiar,
antropología de tres en cuarto,
y a crecer,

la disoluta diosa prostituta
bebe ron con miel y sal,
conoció a un cantante famoso
en la barra de un hotel,
y sin bragas sigue aún,

y hacia el norte el día empieza a variar,
el hombre hueste divisa
hilos de humo en la brisa,
la marea se retira
hacia la profundidad de los sueños,

crees que aún puede amanecer?
cicatrices como senderos
en las olas de hierba seca,
alza un ojo, hombre hueste,
el chamán decapita una gallina,

ritual cinematográfico,
la realidad finge estar
detrás de los matorrales,
decreciendo hacia el amanecer,
creciendo hacia la complejidad,

vomitad,
buscad en el bar de abajo,
muy lejos de la polución visual,
ay hermano,
la profundidad de los sueños

y el mundo de la superficie,
alza un ojo, hombre hueste,
la noche abrió,
la diosa y el chamán
no logran dejar de fumar,

no me iré con nadie más
si tú me das lo que yo necesito…
sexo, amor y cariñito?
vino, arroz y pollo frito!
algún ruido,

sangre en los cuerpos cavernosos
y en el cerebro, serrín,
real danza ritual,
roja, a lo lejos se oxida una flor,
y yo crezco hacia tu hondura, mi amor.

.
ēgm. 2011


13 de diciembre de 2011

Papeles y colillas (Deconstructo)


Después de la tormenta
pasajera que en rojo vira el negro
cuando brilla y al mundo estupefacto

maravilla con luz de chispeante
primavera se escurren como lluvia
por la acera llevándose el papel

y la colilla al fondo de la turbia
alcantarilla los días de la vida
que, ligera, fulgura un raro instante

sobre el cielo atónito en antorcha
abrasadora no más que el chaparrón
que no demora y pronto se transmuta en

un riachuelo que arrastra en su corriente
decrecida los sueños, las quimeras,
y la vida.
.
ēgm. 2016

12 de diciembre de 2011

Sombra sobre agua


Derivo con los ojos hacia el álgebra
febril de los derrumbes del desierto,

caídas mis incógnitas al denso
espacio de variables circundantes,

ensayo en un islote hallar el aire,
quizá sombra en el viento expreso dudas,

desciendo hacia las llamas la llanura
jinete en logaritmos infinitos,

añado a la ecuación un acertijo
que acaso incluirá agujeros negros,

sellando con cerrojos el misterio
no encierro la inrazón en una esfera,

me alzo girasol en las estepas
tomando de la luz el poco brillo,

profundas en el bosque más umbrío
deduzco sin querer fresas silvestres,

susurro en el silencio a la serpiente
el son de las ocultas ecuaciones,

deflagro en refulgentes ciegos soles,
me alejo del reflejo en el espejo,

despejo inecuaciones sin criterio,
resuelvo que no habré de hallar el cable…

derivo contra el tiempo, fluctuante,
tal vez sombra de viento sobre agua.

.
ēgm. 2011


8 de diciembre de 2011

La princesa, a medianoche,


Iuppiter, admonitus nihil esse potentius auro,
corruptae pretium uirginis ipse fui
Ovidio


cerval se despertó, fría y ardiente
—la crespa cabellera enmarañada
alzando negras ondas en la almohada—,
transida en el recuerdo de un torrente

de oro que cerniéndose a su pecho
llovía bajo el fin de su cintura
y, pronta, con la mano aún insegura
—dudando fuera sueño o daño hecho—,

rozó la herida, donde halló, pungente
y densa, una humedad inesperada
quemando de sus muslos la blancura…

urdimbre de un oráculo impudente
que el dios trabó en la virgen, difamada
por siglos de vender su arcano lecho.


* Júpiter, persuadido de que no había nada tan poderoso como el oro, se convirtió en él para seducir a una virgen. Ovidio, Amores III 8, 29-30. Trad. Germán Salinas.
.
ēgm. 2011

5 de diciembre de 2011

Nordeste


Muerde el viento de la sierra
en la landa enmarañada.
Baja a los bosques —hambrienta—
la manada.

Canta el lobo con la lluvia
en la peña recortada;
canta a la noche y la luna,
y a su amada.

Corre el lobo por el valle
tras la presa acorralada,
huele y puede ver la sangre
la manada.

Duerme el lobo en un recodo
de la profunda vaguada
cerrando un ojo y el otro
en su amada.

Vira a nordeste en la sierra;
ama el lobo —garra armada—.
Espera en silencio, inquieta,
la manada.
.
ēgm. 2011

3 de diciembre de 2011

El tamaño


Contempla, maravillosa, la imagen
de un rincón cualquiera del universo.

Mira todos los millones de estrellas.
Imagina millones de planetas
habitados por vida inteligente.
Piensa en los millones de seres vivos
acuciados por tantos
millones de minúsculos problemas.

Contempla. Comprende, acepta y disfruta
el tamaño de tu insignificancia.

.
ēgm. 2014


1 de diciembre de 2011

Altivamente inalcanzables,


los cisnes vuelan blancos
más allá del acantilado, sobre
el laberinto azul
del tiempo eternamente inalcanzable.

¿Recuerdas cuando, azules,
éramos cisnes que volaban sobre
el blanco laberinto
del tiempo, altivamente inalcanzables?

Pero estos cisnes vuelan
blancos sobre el lejano laberinto
del tiempo altivo,
azul y eternamente inalcanzable.

Blancos y ajenos vuelan
los cisnes en la blanca lejanía,
más allá del acantilado
del tiempo, altivamente inalcanzables.

.
ēgm. 2011


28 de noviembre de 2011

Flores si nieva

 

Para Nuria M. M. 19.11.11


Trae flores si nieva
o una postal de Gilbert & George
comprada de paso al volver.

Tráeme un beso nevado con copos
bordando tu gorro de lana;
un beso de flores y frío.

Trae una botella de vino tinto
y una lata de mejillones
de la tienda de abajo.

Trae algunas flores si nieva
y un poco de aire limpio de invierno
en tus desfondados bolsillos.

Y pondremos las flores
en un feo vaso grande con agua
junto a la ventana empañada.

Miraremos nevar bebiendo
el vino barato con mejillones.
Y la nieve nos abrazará.

Y follaremos girando despacio,
sin que se deslice la manta,
mientras el perro nos mira sabiendo.

Trae flores si nieva
y algún recuerdo del tiempo esquivado
que en la nieve se ha ido.

Que en la nieve se fue
y nunca pudo volver a encontrarnos.
Trae algunas flores de nieve.

Trae flores si nieva
o una postal de Gilbert & George.
Y la pegaremos en la pared.

.
ēgm. 2011


27 de noviembre de 2011

Soneto a Cirlot en Santa Mónica


Nadie habla en el espacio, nadie canta.
J.E. Cirlot


Envueltas tras las letras las espadas,
soldado a su pesar, mas no poeta,
cifrados ya los versos con la treta
de no mostrar el alma de las hadas

sino sus varios nombres en variadas
variantes que varían la concreta
dicción de una emoción de abstracto esteta,
venido de un nadir de inanes nadas

y sima de silencios sin salida,
mitólogo y mitómano absoluto,
a él, aun de recio hierro bruto
calzada la coraza con la vida,

las hadas, las espadas, los dragones
le son del viejo mito nuevos dones.

.
ēgm. 2011


26 de noviembre de 2011

El gris


Entonces los ordenadores
no cabían encima de las mesas,
íbamos los dos y el perro
por el camino viejo de la sierra,
a cada lado del puente

acechaban los mismos árboles,
fresnos, abedules,
de deshojadas ramas silenciosas,
urracas, cuervos
eran los ecos de la tarde,

entonces un teléfono
era algo en el extremo de un cable,
caminábamos por el bosque
como tramperos ebrios,
cayéndonos en la nieve,

buscando una puesta de sol,
un gris preciso en el crepúsculo
que no existe en ningún otro lugar,
té y coñac en el albergue
del urogallo disecado,

entonces la crueldad
era tan primitiva como siempre,
en la carretera del puerto,
profunda umbría y misteriosa,
el invierno parecía eterno,

sin principio ni tiempo, infinito,
y los brillos de la luz
entre las ramas amenazadoras
eran reflejos de un caleidoscopio
girando abierto desde el cielo

hacia los musgos ocultos
en la profundidad del bosque,
entonces los caleidoscopios
tenían tanta magia como ahora,
y, urracas, cuervos,

con el áspero graznido
en el claro surgió el gris
sobre una montaña azulada,
el gris crepuscular buscado,
cazado en la trampa de la retina,

blancos, lilas, azules, pero el gris,
el gris fundente
único del crepúsculo de invierno,
fijado para siempre en la memoria
sin píxeles ni negativo,

indeleble como un beso
bajo los pinares nevados,
y también entonces,
entonces las cámaras fotográficas
eran tan prescindibles como ahora.

.
ēgm. 2011


25 de noviembre de 2011

Otro alguien


Alguien que se parece a mí,
alguien como una imagen
en un espejo empañado
o una caricatura, o un dibujo
de una artista callejera,

bastante parecido
pero ligeramente deformado,
algún alguien con mis gestos
o un remedo de ellos,
alguien que imita mi acento

como un humorista televisivo,
no demasiado bien pero con éxito,
risas, ja ja ja,
carcajadas del público
que asiste en directo al plató,

alguien que usa ropa como la mía,
vaqueros y cazadoras
pero no de las mismas marcas,
alguien que pretende saber
lo mismo que yo sé

pero que no sabe ni apenas briznas,
mal le pesara saber,
alguien que dice lo contrario
de lo que se cree que está diciendo
pero que piensa aquello

que se supone que debe pensar,
más risas en directo, ja ja ja,
Enrique has vuelto a pasarte,
un alguien que parece
que algo quizá se pareciera a mí

sin ser en realidad
más que una caricatura en la acera
cuando está empezando a llover,
un trozo de cartón mojado
con manchones emborronados,

alguien que ya ha tomado mi lugar
no con mi consentimiento
pero sí con mi aquiescencia,
solo por la pura pereza
de no decir oye ya está bien,

alguien que con su mala imitación,
risas, ja ja ja,
ha convencido a unos cuantos
torpes y desorientados
de que es lo que no es

y está ya convenciéndose a sí mismo,
igual de torpe y desorientado,
más risas en el plató, ja ja ja,
Enrique eres genial,
de que es quien realmente no es.

.
ēgm. 2011


16 de noviembre de 2011

La vara


Con la regla de tu vida
serás medido;
con la vara con que midas
serás vareado.

.
ēgm. 2011


19 de septiembre de 2011

¿Por qué lo llaman justicia cuando quieren decir venganza?


No seré justo. No seré ecuánime,
ni equilibrado;
tampoco injusto ni subjetivo.

No opinaré.

Dejaré a otros la fútil carga
de la justicia
o el placer vano de la venganza.

No juzgaré.

.
ēgm. 2011


11 de junio de 2011

Esto es un billón, nena


Cultivad la ciencia de los números, ya que nuestros
crímenes suelen ser tan solo errores de cálculo.
Pitágoras


Un una o uno

Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez

Veinte
Treinta
Cuarenta
Cincuenta
Sesenta
Setenta
Ochenta
Noventa
Cien

Doscientos
Trescientos
Cuatrocientos
Quinientos
Seiscientos
Setecientos
Ochocientos
Novecientos
Mil

Dos mil
Tres mil
Cuatro mil
Cinco mil
Seis mil
Siete mil
Ocho mil
Nueve mil
Diez mil

Veinte mil
Treinta mil
Cuarenta mil
Cincuenta mil
Sesenta mil
Setenta mil
Ochenta mil
Noventa mil
Cien mil

Doscientos mil
Trescientos mil
Cuatrocientos mil
Quinientos mil
Seiscientos mil
Setecientos mil
Ochocientos mil
Novecientos mil
Un millón

Dos millones
Tres millones
Cuatro millones
Cinco millones
Seis millones
Siete millones
Ocho millones
Nueve millones
Diez millones

Veinte millones
Treinta millones
Cuarenta millones
Cincuenta millones
Sesenta millones
Setenta millones
Ochenta millones
Noventa millones
Cien millones

Doscientos millones
Trescientos millones
Cuatrocientos millones
Quinientos millones
Seiscientos millones
Setecientos millones
Ochocientos millones
Novecientos millones
Mil millones

Dos mil millones
Tres mil millones
Cuatro mil millones
Cinco mil millones
Seis mil millones
Siete mil millones
Ocho mil millones
Nueve mil millones
Diez mil millones

Veinte mil millones
Treinta mil millones
Cuarenta mil millones
Cincuenta mil millones
Sesenta mil millones
Setenta mil millones
Ochenta mil millones
Noventa mil millones
Cien mil millones

Doscientos mil millones
Trescientos mil millones
Cuatrocientos mil millones
Quinientos mil millones
Seiscientos mil millones
Setecientos mil millones
Ochocientos mil millones
Novecientos mil millones
Un millón de millones

Esto es: un billón, nena,
espumeando como un perro rabioso.

.
ēgm. 2011


31 de marzo de 2011

Sed de luna


La luna breve
de invierno besa al lago
y de un gran trago
la noche entera bebe.

.
ēgm. 2011


10 de marzo de 2011

Almuerzo de chamán


Devoraré, latiente,
el corazón del águila
para luego convertirme en el mono
que el águila cazó.

.
ēgm. 2011


14 de febrero de 2011

Poema prosódico


Pues resulta ser que brújula
es una palabra esdrújula,
a la vez que meridiano
es vocablo más bien llano
y, sin duda,
corazón
es palabra tan aguda
como hipsilofodón.

¡Ay, quién tuviera una brújula
para andar el meridiano
del brumoso corazón!

Miseria, miseria,
qué brumosa es la materia…
¡Y quién, en vez de una cabra,
tuviera un hipsilofodón!


.
ēgm. 2011

7 de febrero de 2011

Tú mismo


En tu efímera vida
dos solas cosas habrás de entender:

La evolución de las especies vivas
y la estructura del vasto universo.

Si no comprendes esto
nunca podrás entenderte a ti mismo.

.
ēgm. 2011


30 de enero de 2011

Cine de tarde


Ella no era rica.
Él nunca fue pobre.

Él se fue a estudiar a una ciudad del extranjero.
Ella decidió estudiar a la ciudad de la que él procedía.

Ella permitió que la desvirgara un chico que no le gustaba gran cosa.
Él se masturbó mirando porno con sus compañeros de piso.

Él terminó los estudios y se fue de putas con los amigos.
Ella acabó la carrera y se emborrachó por primera vez.

Ella encontró trabajo en la ciudad en la que había estudiado.
Él regresó a su ciudad a trabajar en la empresa de su padre.

Él tuvo tres novias pero permaneció soltero.
Ella se casó y se divorció a los dos años.

Ella comenzó a ver que no avanzaba en su trabajo.
Él dejó de jugar al tenis y probó con el golf.

Él la conoció a ella en una fiesta a la que se dejó arrastrar.
Ella se dejó conocer por él en una fiesta a la que acudió sin ganas.

Ella fingió que le interesaba lo él que le decía.
Él hizo como que entendía lo que ella le contaba.

Él logró acostarse con ella a las cinco semanas.
Ella consiguió casarse con él a los cinco meses.

Ella dejó su trabajo y se dedicó al arte y a las compras.
Él siguió esperando a que su padre se muriera.

Él sintió que aquel mundo cerrado le aburría.
Ella se aburrió de sentir que aquel mundo la encerraba.

Ella intuyó que era el momento de buscarse un amante.
Él empezó a pensar en la posibilidad de cambiar de secretaria.

Él se folló a la nueva secretaria el primer día en el sofá de su despacho.
Ella se folló a dos poetas, un escritor de moda y a varios artistas.

Ella se cansó de listos que se hacían el tonto y de tontos que se creían listos.
Él empezó a resentirse de la espalda por forzar posturas sobre el sofá.

Él lamentó casi sinceramente la muerte de su padre.
Ella se alegró en su interior de la muerte de su suegro.

Ella se ocupó de gestionar la empresa familiar.
Él cambió de despacho y también de secretaria.

Él comenzó a prestarle más atención a ella.
Ella se sintió halagada de que él la tratara con más atenciones.

Ella descubrió que le gustaba el mar y no solo la playa.
Él olvidó el deportivo en el garaje y se dedicó más al yate.

Él decidió que no valía la pena arriesgar lo que no es hipotecable.
Ella calculó que no compensaban sustos continuos con placeres fugaces.

Ella soltó lastre.
Él recogió velas.

Él inició una colección de monedas raras.
Ella siguió coleccionando joyas exclusivas.

Ella rehusó varias invitaciones del nuevo escritor de moda.
Él dejó de medir la longitud de las faldas de sus empleadas.

Él concluyó que total, en fin, para qué.
Ella se convenció de que bueno, total, qué más da.

.
ēgm. 2010

11 de enero de 2011

Romance del Infante Henryques


Yo no digo esta canción
sino a quien conmigo va.
Romance del conde Arnaldos

¡Quién tuviera tal ventura
en las orillas del Sar
cual tuvo el Infante Henryques
una mañana sin par!

Yendo a recoger castañas
para asarlas en su lar
vio venir una morena
que el río quiere pasar.

Las faldas trae de seda,
de azabache su collar;
los labios, moras de zarza,
los ojos, algas del mar.

Mientras sonríe encantada
cantando viene un cantar
que la lluvia pone en calma,
al viento lo hace amainar;

a las aves de los árboles
las hace a tierra posar
y a los peces de lo hondo
los hace arriba asomar…

Allí habló el Infante Henryques,
el de ventura sin par:
«¡Por mi vida, moreniña,
canta otra vez tu cantar!»

Le respondió la rapaza,
tal respuesta le fue a dar:
«¡Solo canto mi cantiga
a quien me sabe besar!»

.
ēgm. 2009