25 de noviembre de 2013

El trozo de gris


Lobo en el antro, araña en la grieta,
y yo piso con pies de fuego,
la zorra blanca embobada perdió
su nueva tarjeta de memoria,
crece, lunita, medra,

cuando los ordenadores
ya cabían encima de las mesas,
de aquellos puntos vienen estos píxeles,
¿quién tú eres?
ah, este es el revirihondo enigma,

los cormoranes en el muelle
corroboran la fluidez del océano,
vuelve a posarse el sol en la otra orilla,
el tiempo va sumergiéndose
en el vórtice de cada galaxia,

dicen gutti, tutti frutti,
desciende el río hacia la ría,
y caminábamos los dos y el perro
por el camino viejo de la sierra,
un lóbrego resplandor

contra las evanescentes estrellas,
acechan fresnos y abedules
de silenciosas ramas deshojadas,
tutti frutti, a-wop-bom-a-loo-mop,
el tiempo se extasía

en la inexactitud de las olas,
brota, entre un recuerdo nunca olvidado
y el deseo jamás concluido,
la baba de la zorra albar,
no todo bosque es frondoso

ni estéril todo desierto,
hay vientos sin nombre
y búhos, cuervos cautelosos,
la sonrisa, tímidamente obscena,
de una foto desencuadrada

y el dedo corazón alzado,
entonces un teléfono
ya no era un chisme en la punta de un cable,
olía a aliento de dragón,
ebrios tramperos en el bosque

resbalando sobre la nieve
rastrean bajo la puesta de sol
un gris preciso en el crepúsculo
que no late en ningún otro lugar,
a-wop-bom-a-loo-mop-a-lomp-bom-bom,

se abre la flor del baobab,
oh, en mis habitaciones polares,
el tiempo flota, el tiempo
vaga en la inexactitud de las olas,
la bestia aterradora en la cellisca,

aún en el son bailando voy
del agua fría
pensando en si me gustaría
no ser quien soy,
té y coñac en el albergue

donde los urogallos disecados
atestiguan que entonces la crueldad
era tan primitiva como siempre,
el alto sendero del puerto
y la profunda umbría misteriosa,

lobo rojo en la marisma,
bestia descorazonada,
arrepiéntete de ser como eres,
araña en la argaña, lobo en el pobo,
el señor de Gingiz huyó a Harar,

la brisa del verano
lleva hasta el otoño sobre las olas
inexactas del océano
fotones del final del universo,
pertenezco a la oscuridad y solo

la oscuridad me pertenece:
v = Hₒ D,
todo universo mengua
antes de llegar a medrar,
y no me reconozco en los cristales

ni en la birrefringencia de estos plásticos,
hoy es solo otro día extraño
en otro invierno sin tiempo,
quizá algún esquivo ruido en la niebla
y en las dudas de la luz,

gira el teleidoscopio del astrónomo,
pero en la jungla aún juega el jaguar
que no podrá nunca cambiar sus manchas
ni arrepentirse de tenerlas,
a-lomp-bom-bom, hey ho, hey ho,

el chamán monta a la serpiente cuántica,
entonces los caleidoscopios
tenían tanta magia como ahora,
milanos, huidizas cornejas,
se posa el sol,

rebrillan en la otra orilla
el fracaso y la viscosa derrota,
aquel viento sin brújula ni nombre,
con el agrio graznido
en el claro surgió el gris,

era enfermizo y pernicioso el juego,
circundando una montaña azulada,
el gris crepuscular buscado,
cazado en la trampa de la retina,
incierto futuro en tiempos cambiantes,

el cormorán no recuerda el verano,
al repuntar la marea
te contaré mi historia en la otra orilla,
alguna de esas cuestionables
experiencias que solo sabe el río,

de la saliva de la zorra
y la garganta del dragón,
arrepiéntete de ser lo que eres,
hijo de un viento desnortado,
hey ho, lets go, blitzkrieg bop,

el cormorán ignora
quién se bañaba desnuda en las rocas,
quedan las conchas
junto a las algas fluctuando en la orilla,
en la autodestrucción del superhéroe

resulta el mundo destruido también,
el faro extraviado
cuenta romances nuevos a la espuma,
blancos, lilas, añiles, y ese gris,
el gris fundente,

bajo la arena de la playa
se escurre el semen rechazado,
el gris licuante,
único del crepúsculo de invierno,
fijado finalmente en la memoria

sin píxeles ni negativo,
bébeme, trágame entero,
nebulosa luz de otro universo,
la brisa de otoño,
nacida en los vapores del verano,

ora a la diosa prostituta,
tutti frutti, oh Guti, tú
¿quién eres, cabeza de can?
yo no te reconozco en las baldosas
de los pasillos del tiempo,

la brisa de otoño anticipa
que el invierno no se olvida
de ejecutar su rito en el tablero,
¡oh, hey!, alfil de dama a rey,
Gorlois derrotó al señor de Gingiz,

roqueo al este y al oeste,
aquel trozo de océano será
todo mi legado a la humanidad,
noche cegada,
indeleble como un beso

bajo los pinares nevados,
y también entonces,
zorra blanca en tanga azul,
entonces las cámaras fotográficas
eran tan prescindibles como ahora.

.
ēgm. 2013


26 de agosto de 2013

Algún alguien


Nadie intentará salvarte,
todas las cosas que debo saber,
alguien que se parece a mí,
todas las noches voy,
todos los casos que hay que entender,

alguien como una imagen
en un espejo empañado,
un extraño en un asteroide expatrio,
tan aturdido en la orilla del río,
no tautees mi nombre,

no recéis en la oscuridad,
o una caricatura, o un dibujo
de una artista callejera,
pagazas, fumareles y charranes
van chillando hacia el final del mar,

bastante parecido
aunque ligeramente deformado,
todas las noches vengo,
vuelvo a mentirme un poco más,
una gota de semen sobre

el brazo izquierdo de esta otra galaxia,
algún alguien con mis gestos
o un remedo de ellos,
todo lo dijo la bruja en la cueva
y escuchó la zorra en su madriguera,

alguien que imita mi acento
como un humorista televisivo,
no demasiado bien pero con éxito,
risas, ¡ja, ja, ja!
carcajadas del público

que asiste en directo al show,
¿qué hora es
en el brazo izquierdo de mi galaxia?
son días estos muy extraños
en la fría cosmología,

y en los evos, raras horas,
alguien que usa ropa como la mía,
vaqueros y cazadoras,
pero no de las mismas marcas,
cuando era crío ya solías

jugar con hielo turbio en la mirada
y cambiar de amigos como de novias
después, puertecillas, puertas,
continentes en colisión,
al fúlgido crepúsculo del río

puertas que nunca nadie cruzará,
alguien que pretende saber
lo mismo que yo supiere
pero que no sabe ni apenas briznas,
e non si, Perceval?

mal le pesara saber,
vago río que no navegarás,
todas las noches creen
que ya jamás volverá a amanecer,
¿quién tú eres?

valor para enfrentarse en las tinieblas
a la fatal fascinación
de la más abyecta abominación,
mecago en la sombra de mis cojones,
alguien que dice lo contrario

de lo que él cree que está diciendo
pero que piensa aquello
que se supone que debe pensar,
atordado durante tanto tiempo
que no puede ser cierto, chica,

¿qué hora es?
eso depende de donde tú estés
y de lo que tengas entre los pies,
más risas en directo, ja, ja, ja,
todas las cosas que deba olvidar

perdido en la cerrazón del eclipse
de mis cojones, chica,
y nadie me salvará,
Enrique, te has pasado una vez más,
un alguien que sí que parece

que quizá se parezca a mí
sin ser en realidad
más que una caricatura en la acera
cuando está empezando a llover,
un trozo de cartón mojado

donde el desierto se convierte en mar,
sobre la cúspide de la marea
con que sueñan las hadas afeitadas,
y aun parece que recrece
la masa del universo irreal,

alguien que ya ha tomado mi lugar,
no con mi consentimiento
pero sí con mi distante aquiescencia,
solo por la pura pereza
de no decirle: oiga, ya le vale,

mas nadie te salvará,
thou, Perceval,
y Úther sobre el aliento del dragón
―¡corre, jinete, cabalga!―
busca la gruta del cañaveral,

tanto tiempo confuso y aturdido,
chica, en esas noches vemos
diez fusiles apuntando al vacío,
alguien que con su mala imitación,
¿crees que aún puedo amenizar?

risotadas, ja, ja, ja,
ha convencido a unos cuantos
torpes y desorientados
de que él es lo que no es él,
cómeme, bébete, escúpeme,

algo que empieza con una erección,
en el bosque del crepúsculo gris
solo mi subrazón subsiste,
y está ya convenciéndose a sí mismo,
igualmente torpe y desorientado,

más risas en el plató, ja, ja, ja,
Enrique, eres genial,
de que es quien realmente no es,
todos los casos que yo sé ignorar,
el tiempo y su gravedad,

lo que cantaba la bruja en la cueva
y habló el reptil en su cubil,
mengua la luna antes de medrar,
muévelo para mí, cielo,
muérdeme, cómeteme, trágame,

nada es tan violento como el amor,
camelia obriza, ñipe opalescente,
nadie ha visto, nadie oirá
al viejo perro traidor,
mueve ficha, miente y monta a la bicha,

azul la vela en los ojos del hada
aliabierta y trasquilada,
jugando al más perverso juego
que hemos podido llegar a jugar,
fatal fascinación en la abyección,

mais oui, Perceval,
la seirena del arrecife
susurra su suave canto a la sal
mientras la bruja en la espelunca
enuncia el conjuro abisal,

alguien que camina absorto
y abyecto por los resquicios del tiempo,
llaves equivocadas,
puertas que en ningún cosmos se abrirán,
río de oscuridad, quién eres,

ente exiliado de otro universo
cautivo en la densidad mineral,
por el sur la luz ya vuelve a virar
y con lúgubre resplandor
sella un misterio sin revelación,

―¡corre, jinete, sin descabalgar!―
conque nadie podrá salvarte
cuando el mundo comience a arder
y tus huesos a crepitar,
mon Perceval

.
ēgm. 2013


14 de julio de 2013

Poema animado del horror horrible


Of course you know, this means war!
Rufus T. Firefly


Me han hecho tanto daño
que pensé que eran dibujos animados,

me causaron tanto dolor
que creí que no podía ser real,

me hicieron sufrir tanto
que llegué a pensar que había sido sin querer.

No sé perdonar
ni creo que haya alguien que lo consiga.

Lo que puedo hacer es como que olvido,
convencerme a mí mismo

de que no me acuerdo de nada,
de que el pasado es una ficción del presente.

Y sonreír, sonreír, sonreír.
Como el zumbadísimo Bugs Bunny.

.
ēgm. 2013


13 de abril de 2013

Cantar de los cuarkos mutantes



Abajo se torna en grajo
en bucles de evasiva reversión,

Encanto se vuelve acanto
en casos de escabrosa quemazón,

Arriba muda en oliva
en ratos de arrogante aberración,

Extraño muta a musgaño
en tráficos de trópica atracción

si Cima deviene enzima
en ciclos de concisa comezón

y Fondo ya es lirio hediondo
en flujos de fatídica efusión.

.
ēgm. 2013


7 de abril de 2013

Poética


Rimo
cuando quiero porque quiero
pero
a tu timo ni me arrimo.

.
ēgm. 2013


27 de marzo de 2013

El ataque de los cuarkos mutantes (Otra aventura del capitán Titanio)


Duelo de pseudorrayos cuánticos
en el espacio-tiempo alternitante,
el coronel Cerniceronte
ha reabierto su consulta
en las cercanías de Donga Once,

amanece,
nadie ha ido ni vendrá,
pero yo fui y me di la vuelta
cuando ya estaba a punto de llegar,
una encendida protesta social

reintegracionista de postcomplejo
lingüístico indeterminante
ha comenzado en el área exterior
del brazo derecho de la Galaxia,
de esta misma galaxia,

paso sin acaso ni esperanza,
comedido éxtasis eventual,
Soid se ha exiliado en otro universo,
si es que alguna vez en este
llegó siquiera a creacionar,

la derecha sobre el pecho,
y la izquierda encima de la barriga,
ay mi amiga,
olhos de traedor, cabeça de can,
acechando el añil del alba,

debes elegir bien de qué dudar
en esta dubitativa espiral,
abajo se torna en grajo
en bucles de evasiva reversión,
nada fue, nadie será,

casi como cuando conoces
a una persona de verdad
y tan solo un nanoinstante más tarde
ya la has olvidado para siempre,
así llueve sobre el mar

en lo más cerrado de la tormenta,
decenas de lapsos después
la situación era al revés
en la amarga comedia épica
que acaba cuando debiera empezar,

dicen que estás muerta,
en un frío apartamento sin luz
solo el espejo refleja el espejo,
el negrillo escuece
cuando la ola de novas recrece,

dices que estás cierta
de que la sospecha es veraz,
gime el pájaro del mundo
en el vórtice espacio-temporal,
es más sospechoso el ser suspicaz,

en los bajíos de la playa,
aire descendente enfrente,
pero tu lengua te delata, chata,
yo recuerdo ese sabor,
qué hecatombe, war in Donga,

y t-húmedo viraje helicoidal,
encanto se vuelve acanto
en casos de escabrosa quemazón,
dices que estás segura
de que la lluvia penetra la sal,

nadie sabe, nadie entiende,
nadie va a ninguna parte
en la nave de quark-gluones mutantes,
todo cuanto sucede ahora
no va a dejar pronto de suceder,

no es el momento de dudar
del universo en circunvolución
sino del mito de un dios
creando, ordenando y juzgando,
en este mismo universo

con la mano derecha sobre el pecho
y la izquierda sobre el estómago,
junto a mis armas y mis amuletos,
en una oculta cueva fui enterrado
por mis hombres y mis mujeres

mientras afuera aguardaban
los niños que no sabían llorar,
entonces la crueldad
era tan primitiva como ahora,
entonces las tarjetas de memoria

velaban el mismo misterio
elemental, parece
que crece
una inflorescencia en el núcleo
de mi galaxia espiralada,

arriba muda en oliva
en ratos de arrogante aberración,
solo unos lapsos después
el coronel Cerniceronte
importa ulmáceas al por mayor

del violeta tercer planeta,
te buscaba y te escondías,
¿dónde estás, dónde duermes?
¿cuándo vas?
ha pasado el momento de dudar

del reflujo de la resaca,
viento nordeste en Donga,
hazte un truja, mi bruja,
si quieres disfrutar
ven al arcén de las vías del tren,

donde el tiempo aún no ha pasado,
o a retozar a la orilla del mar
mientras sisea la marea,
solo el espejo conoce al espejo
y el conejo

con el pájaro del cosmos bucea
en los posos del vino peleón,
sí, siente la boca ungida
mientras jadea la marea
y las olas mojan tus pies morenos,

dile a las algas profundas
que te gusta la lienta actividad
del giro de tu lengua helicoidal,
extraño muta a musgaño
en tráficos de trópica atracción,

y salta en la peña, grita en la arena,
dibuja con el lápiz positrónico
los mapas de la irrealidad
antes de que las sub-ondas plasmáticas
fijen el tiempoespacio

en la línea de la pleamar,
las algas fluctúan, vienen y van
en el sueño de la rompiente,
¿dónde vas, dónde duermes?
¿dónde estás,

mi esquilada guarrindonga
de la cuesta del pinar?
vela azul en blanco azar,
clemátide oscilando neviscada,
fleo o trébol, onecen sensualmente,

digitaria enanzada,
trémula urticularia,
camelia obriza, ñipe opalescente,
milenrama, estelaria,
me arpan si tu úlmea raíz brota oblicuada

pela encosta do pinhal,
un gris preciso en el crepúsculo,
la gota de semen seco en el brazo,
entonces las tarjetas de memoria
velaban los vuelcos furtivos

de la timorata estrella del porno,
eléctrico qué eléctrico el amor
vibrando en púrpura esencial,
si cima deviene enzima
en ciclos de concisa comezón,

establece
la trecena ley de la sintropía
que trece
es el número de veces que acrece
pardo el olmo cuando amanece,

sangre en los cuerpos cavernosos,
por las áridas calles del destiempo
nadie ha ido ni vendrá,
nadie supo ni sabrá
quién sigue el rastro de tu ardor,

despertó el coronel Cerniceronte
con una abádica erección
que adrece,
y en el cerebro, un saco de serrín,
todo lo que ya sucedió

sigue aún sin dejar de suceder,
no es el momento de dudar
en los arrecifes de la marea
de las tibias intenciones del clima,
pese a la rotación galáctica

continúa la guerra en Donga,
el capitán Titanio dirige
el perpulsor de pseudorrayos cuánticos
hacia el vórtice lapso-estacional,
emerge una gota de semen

sobre el brazo izquierdo de la galaxia
alzando un trazo helicoidal
y fondo ya es lirio hediondo
en flujos de fatídica efusión,
toma mis sámaras, amor,

en la cúspide de la pleamar,
desde el farallón, parece
que crece
la masa del universo real
en esta pantomima épica

que comienza cuando finge acabar,
el neocomplejo lingüístico
se hundió, allá, en el piélago cósmico,
la guerra en Donga, guarrindonga,
ha vuelto de nuevo a recomenzar,

nadie escucha ni siente, nadie oirá
al viejo perro traidor,
no olvidéis mis amuletos
antes de echarlo todo a la basura,
nadie ha visto ni verá

mi apocalipsis espiral,
oye, bruja, hazte un truja
y pásame el urente vino
del pájaro del vértigo y bebamos
hasta alcanzar la lucidez.

¿Quién mató al coronel Cerniceronte?
Aún sigue siendo un misterio
—esputa otro puto poema—
el modo de reproducción sexual
del gusarapo albinoide de mar.

.
ēgm. 2013


12 de marzo de 2013

Los arrecifes


En el principio fue el vacío que
iba llenándose de tiempo,
que después creaba el espacio mientras
el cuark daba sus dimensiones
al cósmico potaje primordial,

el universo rodeaba el mundo,
no sabes cómo sufrí,
y creció la tierra sobre la roca,
escampa en la tundra
tras el tumbo de la sizigia astral,

caía desde la hoja inestable
la gota que calma el caso
en la charca indispensable,
cabalga, jinete, galopa
hasta el difuso centro del erial,

en donde no existen tiempo ni espacio
y la fuerza electromagnética
sigue guardada en el cofre,
polvo en el yermo,
de la sabiduría insustancial,

abajo se fue al carajo
y arriba también se iba,
pero ¿quién erraste que eras?
no esperes de mí odio ni desprecio,
mi insulso amor circunstancial,

pero siempre tendrás mi olvido,
encanto hizo otro tanto
y extraño, también ya antaño,
la eternidad es todo el tiempo,
desde el principio hasta el final,

y cima, izando rima,
con fondo se fue tan mondo
adonde nadie ha ido, nadie va,
y, en éxtasis, la singularidad
excretó un cosmos genital,

el polvo en el páramo,
el huracán arranca el árbol
pero olvida tierra bajo las rocas,
ante un túmulo de granito
renunciaré a mi alma incidental,

ningún nudo es imposible
para la culebra en el páramo,
grita en la roca, salta en la sabana,
para el raro reptil en su cubil
ni la boa en el marjal,

las dimensiones del tiempo
se ocultan detrás de la realidad,
invoca a la bestia terrífica
en esta tierra perpleja,
hermosa, ingente y eventual,

danza la danza primera,
cuando en las noches sin luna
las estrellas no estén brillando ahí,
ni para ti ni por mí,
en la ciénaga celestial,

galopa, jinete, cabalga,
han brillado ya mucho tiempo antes
y seguirán burlándose después
de nuestra última disolución
en la nada inmaterial,

cabalga, ebrio jinete,
en la más profunda irrealidad,
quizá en los arrecifes de la ría
agua, algas y arena
son el ensueño del coral,

descubre el valor de los mitos,
silencio oscuro en los suburbios,
jinetes en la tundra,
dame un poco de tu fango de estrellas,
ten mis genes de neandertal,

sé que tú, esbirro armado,
nunca jugaste en la playa en invierno,
yo cierro el puño y muevo el brazo
arriba y abajo, arriba y abajo
con fiera furia funeral,

buscando versos perdidos,
aplastado, azotado y elevado,
por alguno de los muchos enigmas
que me ayudan a subsistir,
cabalga el polvo del erial,

tan solo tienes que escuchar,
de la fábula, la miga
es que lo cierto es que la hormiga
nunca aprendió a cantar
salmo alguno del misal,

preferiría que no pero sí,
y ahora recolecta el miedo
y el oscuro silencio del suburbio,
eh, Perceval,
¿dónde has olvidado el grial?

donde el gato ni vive ni la palma,
rodeando el mundo, no sabes
de qué manera sufrí,
y los cuantos reverberan la luz
en los muros de la inercia espacial,

sí, los tiempos son confusos,
ah, inconveniente desdicha
haber nacido yo para entenderlos,
aunque a veces la belleza
es un don del hada del mal,

hielo en la tundra musgosa,
nadie quiere, nadie da,
solo el espejo vigila al espejo,
solo el tiempo en el espacio comprende
la incorporeidad del nagual,

preciosismos y boniteces,
la bota que colma el paso,
santo Tomás Eliota
escribió los cuatro evangelios
y el apocalipsis más teatral

sin que nadie le desterrara
a los blancos tormentos de la tundra,
la araña acomodó su tela
en las vigas del salón,
junto a la gran lámpara de cristal,

oh, repuñetera desgracia,
me daba sus montes de cromo
y me negaba sus valles de iridio,
pronto descubrí que no comprendía
mi revirado proceso mental,

rodeando el mundo y no sabes
de qué manera sufrí,
líquenes en la tundra helada,
nadie estuvo, nadie está,
rompe la rama el vendaval

pero indulta al árbol sobre el collado,
donde solo la subrazón subsiste
y es eléctrico el amor,
tan eléctrico, eléctrico el amor,
dadme una premisa cabal

y desquiciaré el cosmos,
salta en la roca, grita en la sabana,
y por fin descubrí que nadie,
sí, Perceval,
percibía mi vuelco intelectual,

oh, Casandra, tú
aún a Apolo recuerdas, erecto
so los capiteles de Ilión,
mientras que yo sí podía alcanzar-
los a todos en la danza ritual,

multiplica tu saber por el radio
de un cuark, oh, el extraño encanto
de ir de arriba hasta el fondo
y desde abajo a la cima
cual partícula elemental,

mira al firmamento, aúlla en la roca
a los longiexpectantes
decenas de centenas de millares
de millones de universos
en tu somnolienta mente esencial,

mas santa Ana Aimatoviana
por escribir de los héroes sin versos
fue condenada al silencio
de los que morían expatriados
en la tundra transcendental,

la araña entretejió sus hilos
entre las caries del león
y expertos en razones infundadas
tacharon líneas y arrancaron páginas
del claro poema invernal,

oh, inusitado infortunio
el haber nacido yo
en estos tiempos complacidos
en el tamaño del radio del cuark,
muerde el tiempo desigual,

el viento se lleva las hojas
pero indulta a la rama aislada
como una inútil ofrenda a las nubes,
el presente es un reflejo
del futuro tangencial

y el futuro es tan velado
como el pasado es oscuro,
pero ahora estoy buscando un espejo
que ya no pueda atravesar,
danza la danza ritual,

nadie ha ido, nadie va,
nadie ha visto y nadie ve
que no hay nadie y nunca habrá,
tan solo el dolor te enseña a sufrir
en el precario pedregal,

desde las murallas de Ur
veía los cadáveres flotando
por entre los junquerales del río,
oh, Perceval,
¿en dónde habrás perdido el grial?

silencio y tiniebla en suburbia,
preferiría que sí pero no,
donde no ha muerto el gato ni vivió
y los cuantos hipnotizan la luz
sobre los muros del tiempo inercial,

nadie sabe que yo sé,
nadie ha sido ni será,
oh, no torturéis, desalmados,
mi alma caducifolia
con las sirenas de cada arenal

desde el Báltico al mar de Arousa,
dejad que me vaya a los arrecifes
a terminar aturdido y a solas
mi botella de aguardiente de guindas,
el viento arrastra las hojas del nogal

hacia las profundidades del mar,
Casandra, escuché tu voz
y aun pienso que entendí tus palabras,
si la eternidad no es tan larga
que no pueda tener un buen final,

bajo el aullido de la tempestad
pero estaba tan borracho
que no creo que pueda recordarlas,
oh, no atormentéis, ingenuos,
mi alma infinitesimal,

el chamán se orinó en las manos
y el profeta eructó la antientropía
entre el oleaje de la resaca,
espumas y aerosoles,
gritos en el grito del temporal,

cae la gota en la charca primigenia,
la gravedad se incrementa
hasta que no permite ni pensar
y es ele-eléctrico-trico el amor
en el fondo del cenagal,

polvo en el agua,
cadáveres flotando entre juncos
ante las nuevas murallas de Ur,
ay, Perceval,
rebaila tu baile ritual,

a hierro mueren las estrellas,
como los humanos, y sus cadáveres
devienen frías supernovas
y sombrías estrellas de neutrones
yaciendo en el abismo sideral

reducidas solo a polvo estelar,
polvo que realimenta al universo
como el polvo de los cadáveres
humanos realimenta a la tierra,
regenerando el ciclo vital,

la cota que palma el vaso,
líquenes en la peña,
después de esferas y evos
la sirena en los arrecifes
musita su melodía a la sal,

deja que la música ahuyente al miedo,
no silbes en la oscuridad,
páginas manuscritas arrancadas
de algún cuaderno escolar,
musgo en el hielo aluvial,

velado futuro, oscuro pasado,
nunca ha sido y no será,
humanos, en verdad no os merecéis
la lluvia de la que estáis hechos,
y el oscuro silencio suburbial,

Apolo continúa empalmado
so los frisos de la sagrada Ilión,
grita en la roca,
salta salvaje en el páramo,
libera tu furia de neandertal,

nunca ha habido y nada habrá,
en los ángulos del espejo,
eh, Perceval,
la eternidad no es tan larga
si sabes resistir hasta el final.

.
ēgm. 2013


1 de enero de 2013

Albtraum (El sueño del elfo)


Hoy voy a mostraros, hermosa dama,
los secretos maravillantes
de las profundidades del abismo
y de las leyes de la ignodinámica,
un elfo dormido en tu pecho izquierdo:

vaguedades hacia aquí
y herméticas neblinas contra allá,
en la oquedad del viejo nogal
del fondo del huerto aún
habitan seres de otros cosmos,

no susurres mi nombre,
no grites en la penumbra,
y no te despiertes, sigue soñando,
las dimensiones del tiempo
acechan detrás de la irrealidad,

el caos es una forma del orden
y el orden, la sublimación del caos,
y yo sigo bien en mi nube,
los dioses se acercan a hablarme
de lo que creen que debo creer,

y no quiero estar mejor ni peor,
mas hoy voy a descubriros, dulzura,
los hondos arcanos mistéricos
en las hialinas simas de luz
y de la vieja amiga oscuridad,

buscábamos un cosmos habitable
en la lobreguez del huerto,
y tres segundos después del bigbán
el cerebro se reestructura,
¿qué tú eres?

helio y nebulosas aquí,
galaxias no evidentes tras allá,
en el confín de este universo
soy el dueño del rayo positrónico,
frecuentemente cortocircuitado,

en los cúmulos me cierno,
viajo lejos
a través de los espejos
que aboceto en mi cuaderno
con el lápiz eviterno,

maldita a hora en que pra aquí eu vin,
micra a micra, ámstrong a ámstrong,
y tres femtosegundos más,
mecago en la sombra de mis cojones,
dime, ¿tú sabes jugar?

aunque en la salobral isla asolada,
sin punto ni coordenada,
sí que sí,
toronjil y ajonjolí,
sobre mi nube asoleada,

buscando un mundo más perfecto,
y no me despiertes, sigue ensoñando,
concluimos conformándonos
con un paraíso imperfecto,
en los asteroides la gravedad

no nos deja apenas pensar,
después de la inesperada erección
del relámpago positrónico,
desmenuza, silabea mi nombre,
no mientas en la tiniebla,

y ahora veo que no,
nada de lo que yo preciso
existe en este paraíso,
ay, carámbanos, oh,
ajonjolí arrorró,

muñequita que no te coscas
de que te solfea el aliento
mientras Jean-Luc besa a Pauline
por encima de los subtítulos,
oh, cuernímbanos, mi amor,

el exceso de orden
suele conducir al desorden:
este es el séptimo principio,
damita, de la ignodinámica,
el llamado teorema de Wothreed,

donde mi subrazón subsiste,
cambiaba de amigos como de amantes,
quizá a veces sí y a veces tampoco,
de las procacidades del abismo
como una mierda flotando en el mar,

maldita hora en que aquí vine a dar,
donde solo yo soy yo mismo,
es el caos mi patria
y trece zeptosegundos después
el lóstrego eyaculó,

si olvidas cuál es la causa
confundirás causa con consecuencia,
así roznaba el profeta al chamán
y un yoctosegundo antes del bimbán
ya nadie quedaba allí,

las dimensiones del tiempo
en los vértices del día,
las disensiones del tiempo, mi ardor,
en los vórtices del sueño
resueñan la realidad,

cierto es que yo nunca pude
cumplir los requisitos del sistema,
la consecuencia es la causa olvidada
a la sombra de mis neutrinos,
nadie ha ido, nadie irá

al fondo del frondoso huerto
donde el viento cimbra al laurel,
para llegar a ser feliz
lo único necesario es no ver,
así me dijo la bruja en el antro,

entre el pantano y el cañaveral
bajo la niebla irreal
al alba del primer día fatal
en que la física halló su final
igual que un truño aboyando en la sal,

el equilibrio absoluto es el caos:
esta pues es la decimonovena
ley de la protoentropía,
y lo que tú crees tu realidad,
princesita de celofán,

es la ensoñación de un elfo borracho,
m’petite bâtardette,
y todo lo demás no es nada más
que lo que tú jamás sabrás
del sexo, la poesía y la muerte.

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ēgm. 2013