17 de febrero de 2023

VV.AA. Retales

Algunos de los retales con que ha sido recosido El combate*

Me gusta escuchar en la noche cuando todo está en silencio,
y bajo el sereno cielo estrellado escribo y pienso.
F. Hölderlin, Carta a H. Breunline

Cuando las campanas suenan en la torre
en mitad de la noche hueca,
entonces en mi lengua el sabor es amargo
por todo lo que he hecho.
A. E. Housman, Poemas adicionales

Esquemas son tus encarnamientos,
esquelas tus encantamientos.
M. Geurtier Enríquez, Voz reconocida

Los años pasaron como copos de nieve, y el mundo cambió.
H. Hesse, Noticias extrañas de una nueva estrella

La vida es más ardua
que la más ardua de todas las cosas.
R. M. Rilke, El vecino

Ningún dios griego se acerca siquiera a Dionisio en el horror de sus epítetos, que casi dan testimonio de un salvajismo absolutamente despiadado... Se le llama “el destripador de los hombres”, “el devorador de carne cruda”, “el que se deleita en la espada y el derramamiento de sangre”.
W. F. Otto, Dioniso: Mito y culto

Y ahora que el viento de la noche
ha esparcido las flores del ciruelo,
me cuesta admirar su belleza.
Li Qingzhao, Música pura y serena

Allí el agua es profunda, las olas son anchas.
No dejes que los espíritus del río te arrastren.
Du Fu, Soñando con Li Bai

Porque la locura del corazón humano no tiene fin.
V. Woolf, Las olas

Ella se mueve como se mueve el agua, y viene hacia mí.
T. Roethke, Ella

Si las puertas de la percepción fueran depuradas,
todo aparecería ante el hombre tal como es: infinito.
W. Blake, El matrimonio del cielo y el infierno

En la luz clara de la primavera,
flor somos de una tarde de ventisca.
H. Wothreed, El último crepúsculo

El resto es “mero olvido”, letra muerta: pues todo lo que vale la pena recordar de la vida es su poesía. (…) La poesía es esa fina partícula que llevamos dentro, que dilata, encarece, afina, eleva todo nuestro ser: sin ella “la vida del hombre es pobre como la de las bestias”.
W. Hazlitt, Sobre la poesía en general

Te amé en cinco ciudades
y aún te amo en lugares oscuros
donde los espejos han reemplazado
a la risa de los ángeles resucitados.
B. Okri, Una canción de amor

Mi corazón es pesado, imposible de levantar. Hablo con los ángeles.
M. Proust, Carta a J. G. Tronche

Es en el sueño que el alma de un hombre
muestra su naturaleza más divina.
Jenofonte, Ciropedia

Con un suspiro me levanta y rápidamente me lleva,
como la hoja que es agitada por vientos ligeros
y vive solo por un día.
Teócrito, Idilios

Todas las palabras en mí parecen haberse convertido en pulsaciones
palpitantes y todos mis pensamientos son una gran mancha dorada.
E. Wharton, Carta a W. M. Fullerton

Cuando vivía bajo los robles negros me sentía hecha de hojas.
M. Oliver, Mil mañanas

¿Qué debo decir de las tormentas y las estrellas del otoño?
Virgilio, Geórgicas

La literatura debe ser tomada y rota en pedazos, desgarrada, aplastada; entonces su delicioso aroma se olerá en el hueco de la palma, se masticará y se enrollará en la lengua con deleite; entonces, y solo entonces, su raro sabor será apreciado en su verdadero valor y las partes rotas y aplastadas volverán a juntarse en tu mente y revelarán la belleza de una unidad a la que has contribuido con algo de tu propia sangre.
V. Nabokov, Curso de literatura rusa

La ebria energía de las erupciones volcánicas asciende,
incandescente, de los más profundos abismos de la Tierra.
H. G. Amirand, Deriva incontinente

Esa noche el cielo dejó al descubierto su construcción interna en muchas secciones que, como exhibiciones casi anatómicas, mostraban espirales y remolinos de luz, los sólidos verde pálido de la oscuridad, el plasma del espacio, el tejido de los sueños.
B. Schulz, La calle de los cocodrilos

En la universidad tuve un profesor de física que escribió la fecha y la hora con rotulador rojo en una hoja de papel blanco y luego le prendió fuego y la colocó en una cesta de malla metálica sobre la mesa del laboratorio, donde ardió hasta convertirse en cenizas. Nos preguntó si la información del papel estaba destruida y no era recuperable; y por supuesto nos equivocamos, porque la física nos dice que la información nunca se pierde, ni siquiera en un agujero negro, y que lo que aparentemente se destruye es, de hecho, recuperable. En ese papel en llamas, las marcas de tinta de la página se conservan en la forma en que parpadea la llama y se enrosca el humo. Salvajemente distorsionada hasta el caos, la información no está muerta. En realidad nada muere. Nada muere. Nada muere.
N. Rombes, La absolución de Roberto Acestes Laing

La hierba crece sobre las tumbas, el tiempo supera el dolor. El viento se llevó las huellas de los que se habían ido; el tiempo borra el dolor sangriento y la memoria de aquellos que no vivieron para volver a ver a sus seres queridos, y no vivirán, pues breve es la vida humana, y no por mucho tiempo a ninguno de nosotros se le concede pisar la hierba.
M. Sholokhov, El Don apacible


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* →El combate


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