15 de enero de 2018

El cielo disuelto


Un elfo se emborrachaba, el tequila
se transmutó en leche agría a la sombra
de las rubias palmeras del paseo,

se llovió una definición equívoca,
chavales socialmente ansiosos miran
al cenagoso cielo blanquecino,

breves pantalones y camisetas
afiladas, las lombrices de arena
se entrelazan bajo el sol distraído,

ponte bragas rojas con corazones
blancos y el sujetador amarillo,
ámame aunque no sepas follarme,

el gnomo le dijo al hada del bosque:
vente conmigo a la luz de los valles,
pues no —respondió ella—, espero al elfo,

todo relato es tergiversación
de la realidad y la realidad
es siempre refutación del relato,

sin embargo aquella noche llevabas
sujetador granate y tanga negro,
fóllame aunque tu amor sea mentira,

licúa mi universo sin estrellas,
enfréntate al vacío y ve tan lejos
que ya apenas desees regresar,

en las islas del bosque nunca escampa
ni nadie es responsable de su propia
deflación, queda tan solo el contorno

de la difusa sombra que atrás eras,
no te amargues con monsergas, no hay juez
ni censor que puedan prohibir la vida,

llovían definiciones equívocas
de las rubias palmeras del paseo,
disuelto el cielo en ciegas negaciones,

rosa, fucsia, anaranjada irradiaba
el hada en un hueco del olmo seco,
allá, clara la playa en sal y dunas,

el instante es la furia de los días,
la reconciliación de los planetas,
el suave ronroneo de las tardes,

y en un instante la chispa que aflora,
en un instante se apaga, el instante
en el que el elfo, borracho, se duerme.
.
ēgm. 2018